Novak Djokovic atraviesa un período de incertidumbre en su carrera. A poco más de un mes de cumplir 38 años (22 de mayo), el serbio sigue persiguiendo dos marcas históricas: su título número 100 y el ansiado 25° Grand Slam. Sin embargo, los problemas físicos y los tropiezos deportivos se han vuelto cada vez más frecuentes en el circuito profesional, donde durante años fue prácticamente intocable.
La derrota ante el chileno Alejandro Tabilo (32° ATP) por 6-3 y 6-4 en la segunda ronda del Masters 1000 de Monte-Carlo es solo el más reciente episodio de una seguidilla de presentaciones por debajo de su nivel habitual. Como en Doha o Indian Wells, Djokovic volvió a caer en su debut, y esta vez ante un rival que ya lo había vencido anteriormente, en Roma 2024, también sobre polvo de ladrillo.
Más allá del resultado, lo que preocupa es el rendimiento. El propio Djokovic lo reconoce y no esquiva la autocrítica. «Esperaba al menos hacer una actuación decente, pero fue horrible», declaró sin rodeos. “No tenía grandes expectativas. Sabía que enfrentaría a un rival difícil y que probablemente no jugaría bien. Pero no me imaginaba esto”.
El serbio dejó claro que no buscaba excusas. Minimizó molestias físicas en el brazo —«una cosa pequeña»— y un orzuelo en el ojo derecho —«no es una lesión»—, y fue directo con su análisis: “La sensación fue horrible, lo siento por todos los que tuvieron que presenciarlo”, lamentó.
Djokovic no compite sobre tierra batida desde su consagración en los Juegos Olímpicos de París 2024, y su regreso a esta superficie no ha sido el esperado. «No esperaba jugar tan, tan mal». A pesar de este difícil inicio, mantiene la mira en el gran objetivo: Roland Garros.
“Sí, ese es mi objetivo en tierra”, afirmó con determinación.
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